Por Camilo Cruz, Ph.D
Reflexión:
Reflexión:
Que gran metáfora, me impresionó lo sencilla, pero ejemplar que resulta esta historia.
Inmediatamente se me vino a la cabeza ¿cuántas personas de extrema pobreza que atendí en el Hogar de Cristo en el año 1997, estaban en esta situación? Viviendo sus vidas con vacas heredadas o que iban construyendo a medida que se conformaban con su miseria. Por eso no veían futuro, ni siquiera presente, sólo pensaban en el momento. De ninguna forma veían una vida prometedora, porque se encontraban a cada instante con un piso (tope) que no las dejaba avanzar. También se vanagloriaban de su bienestar frente de otros vecinos, que según su apreciación estaban en peor situación que ellos, por lo tanto “ellos” eran privilegiados y no había algo mejor a que aspirar. Todo esto lo cuento, porque en ese entonces no lograba entender la forma de actuar de esas personas.
Todas las personas tenemos vacas en nuestras vidas, unas más cegadoras y paralizantes que otras. Creo que la clave está en reconocerlas y eliminarlas de nuestras vidas, cuesta, a veces vuelven, pero hay que perseverar.
Las excusas las utilizamos de forma indiscriminada, para seguir viviendo en la mediocridad.
Todos hemos utilizado ideas absurdas, creencias populares, justificaciones que nos van limitando. Si no nos damos cuenta de su uso no podemos lograr nuestras aspiraciones y menos buscar alternativas para llegar a concretar metas.
Todas las personas tenemos vacas en nuestras vidas, unas más cegadoras y paralizantes que otras. Creo que la clave está en reconocerlas y eliminarlas de nuestras vidas, cuesta, a veces vuelven, pero hay que perseverar.
Las excusas las utilizamos de forma indiscriminada, para seguir viviendo en la mediocridad.
Todos hemos utilizado ideas absurdas, creencias populares, justificaciones que nos van limitando. Si no nos damos cuenta de su uso no podemos lograr nuestras aspiraciones y menos buscar alternativas para llegar a concretar metas.
Desde mi apreciación personal, hubo varias vacas que me tocaron, sólo mencionaré dos, por ejemplo:
“No lo hago porque no tengo tiempo”: esta justificación sirve de comodín para casi todo lo que no queremos asumir o hacer, por los motivos que sean. Personalmente la utilizo cuando quiero descansar, porque tengo frío y no quiero salir, porque está lloviendo, en fin, podría escribir una página dando escusas del “no tengo tiempo”. Esta vaca nos aleja y nos deja excluidos de vivencias que podrían haber tenido una consecuencia positiva en nuestras vidas.
La otra justificación (vaca), me tocó profundamente, porque yo creía que estaba en lo cierto, ya que lo han dicho profesionales y personas que uno considera influyentes y dice relación que para los hijos “es más importante la calidad que la cantidad”. Ahora cuando reflexiono me doy cuenta que les he entregado tanto calidad como cantidad la mayoría del tiempo, ya que por cosas de la vida he podido estar con ellos en la casa hasta el día de hoy, apoyándolos y acompañándolos en todos sus procesos, pero aun así, a veces no les dedico todo el tiempo que ellos reclaman.
“No lo hago porque no tengo tiempo”: esta justificación sirve de comodín para casi todo lo que no queremos asumir o hacer, por los motivos que sean. Personalmente la utilizo cuando quiero descansar, porque tengo frío y no quiero salir, porque está lloviendo, en fin, podría escribir una página dando escusas del “no tengo tiempo”. Esta vaca nos aleja y nos deja excluidos de vivencias que podrían haber tenido una consecuencia positiva en nuestras vidas.
La otra justificación (vaca), me tocó profundamente, porque yo creía que estaba en lo cierto, ya que lo han dicho profesionales y personas que uno considera influyentes y dice relación que para los hijos “es más importante la calidad que la cantidad”. Ahora cuando reflexiono me doy cuenta que les he entregado tanto calidad como cantidad la mayoría del tiempo, ya que por cosas de la vida he podido estar con ellos en la casa hasta el día de hoy, apoyándolos y acompañándolos en todos sus procesos, pero aun así, a veces no les dedico todo el tiempo que ellos reclaman.
Para concluir puedo decir que primero debemos entender que nosotros somos los culpables y los que vamos construyendo ideas erróneas (vacas) y por lo tanto, somos los encargados de deshacernos de ellas, sólo es cuestión de voluntad y de querer un cambio en nuestras vidas, venciendo así el conformismo y la mediocridad.
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